A LA HORA DE DIOS
A la hora de dios,
van cayendo las horas,
como pórticos abandonados,
donde nadie quiere pasar,
donde nadie quiere pararse,
por temor al derrumbe.
A la hora de dios,
los látigos se sienten
como lecciones en la carne
flagelando los sentidos,
aquellos,
que amparados en las sombras
pudieron gozarse.
A la hora de dios,
todo es señalado,
todos somos culpables
de las pasiones y las muertes.
¿Donde hay un vestigio de piedad a la hora de dios?
hora que nosotros mismos hemos creado,
hemos creado nuestra culpa
y nuestro castigo,
nuestro delirio
y nuestro tormento,
hemos creado nuestra llave
y nuestra cárcel,
hemos creado nuestra causa
y nuestra condena,
a la hora de dios,
a la hora señalada,
solo nuestro nombre se sabe,
solo nuestro rostro es juzgado
porque nosotros somos
los propios verdugos del mundo,
y la corriente nos trae los peces muertos,
para ser enterrados en la orilla del silencio,
y que nada se sepa
y que nada nos turbe
a la hora señalada,
a la hora de Dios,
a él le echaremos la culpa,
sin olvidar que esta historia
la escribieron los hombres
que vivieron en esta tierra,
y acaso el ocaso,
y acaso el destino
sea tan incierto
como el juicio final
que ellos mismos
nos han proclamado.
Berkanaluz
D.R.
http://www.berkanaluz.wordpress.com
La imagen fue tomada de internet
hermoso pensamiento….como siempre.
buenas tardes!
abrazos 🙂
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Saludos, que pases bonito por tu querida Nápoles, abrazos.
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muy hermosa!
hola D.,
buen domingo! 🙂
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Muchas gracias Antonio. Abrazos.
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Nos vemos reflejado en ese clamor en cada uno de tus versos. Un excelente poema que da para leerlos varias veces. Bien por tu inspiración.
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Muchas gracias por tus amables y motivadoras palabras Macalder, abrazos.
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A la hora de Dios… esa hora tan impredecible, tan dura, tan… mortal.
Maravilloso poema.
Saluditos! 😉
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¡Muchas gracias, saludos Little!
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